La pandemia dejó en evidencia que la vida laboral y la vida familiar de las personas no están separadas por un muro divisorio y hermético, y que hoy se comunican e influyen mutuamente. Es en la vida familiar donde primero se experimentan las problemáticas sociales y donde se elaboran las estrategias más básicas para enfrentarlas.
Este cambio de paradigma venía gestándose desde hace más de una década, pero cristalizó en los últimos años y actualmente el 75% de los empleadores latinoamericanos cree que su alta dirección está realmente interesada en influir positivamente en la salud mental e integral de sus colaboradores y familias (Diagnóstico de Bienestar Organizacional en América Latina 2021ı), siendo este objetivo un hilo conductor que crea coherencia con los ideales de sostenibilidad que las empresas comparten.